lunes, 29 de noviembre de 2010

EL TREN DE LA VIDA

                                                                   
Hace algún tiempo atrás, leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren.


Una lectura extremadamente interesante, cuando es bien interpretada.


La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros.


Al nacer nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre ... estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres.


Lamentablemente la verdad es otra.


Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable.


No obstante esto no impide a que se suban otras personas que nos serán muy especiales.


Llegan nuestros hermanos/as, amigos/as y esos amores maravillosos.


De las personas que toman este tren, habrá también los/as que lo hagan como un simple paseo.


Otros/as que encontrarán solamente tristeza en el viaje ... y habrá otros/as que, circulando por el tren,estarán siempre listos/as en ayudar a quien lo necesite.


Muchos/as al bajar, dejan una añoranza permanente ... Otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon el asiento.


Es curioso constatar que algunos/as pasajeros/as quienes nos son más queridos/as, se acomodan en vagones
distintos al nuestro.


Por lo tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos/as.


Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos/as ...


Pero lamentablemente ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento.


No importa; el viaje se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas ... pero jamás regresos.


Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible.


Tratemos de relacionarnos bien con todos/as los/as pasajeros/as, buscando en cada uno/a lo que tengan de mejor.


Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos/as podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos ...


Ya que nosotros/as también muchas veces titubearemos y habrá alguien que nos comprenda.


El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en que estación bajaremos, mucho menos dónde bajarán
nuestros/as compañeros/as, ni siquiera el/la que está sentado/a en el asiento de al lado.


Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia ... Creo que si.

 Separarme de algunos/as amigos/as de los/as que hice en el viaje será doloroso.


Dejar que mis hijos/as sigan solos/as será muy triste


Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron.


Lo que me hará FELIZ, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso.


Amigos/as ... hagamos que nuestra estadía en este tren sea tranquila, que haya valido la pena.


Hagamos tanto para que cuando llegue el momento de desembarcar nuestro asiento vació deje añoranza


y lindos recuerdos a los/as que en el viaje permanezcan..
Amparo
                                                        

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